Analizando nuestras relaciones personales desde el coaching

En coaching a menudo se utiliza un ejercicio, diseñado por el psicólogo Steve Karpman, que se conoce con el nombre de Triángulo Dramático.  Este autor señala que, a veces, las personas asumen roles como perseguidores, víctimas o salvadores, en sus relaciones con los demás, según la situación que se les presente y el objetivo que pretendan alcanzar.  Adicionalmente, el autor también apunta que las personas pueden cambiar dramáticamente su rol, pasando de uno a otro, dependiendo de las circunstancias.

Ciertos roles asumidos pueden generar malos resultados:

Reflexionando sobre este tema, descubrí escenas en mi mente de episodios vividos, por ejemplo en mis relaciones familiares, que transcurren siempre igual y con los mismos resultados, y me pregunté, ¿Qué pasaría si, en esos casos, decidiera asumir un rol distinto al acostumbrado?

Un ejemplo de vida en el desempeño de roles:

Para poner un ejemplo, se me viene a la mente una situación vivida por una de mis coachees. Esta mujer, madura e independiente, tenía un papá al que le costaba mucho manejar el estrés, y que usualmente reaccionaba molesto y a la ofensiva ante cualquier sugerencia de su hija por tratar de ayudarle; es decir, siguiendo el Triángulo Dramático, asumía el rol de perseguidor. Ante esa actitud, ella se sentía dólida e incomprendida, asumiendo el rol de víctima. Además muchas veces y sin que nadie se lo pidiera, su mamá salía a defenderla, tratando de ser la “salvadora”. Y entonces, ambos hija y padre, se convertían en “perseguidores” de la madre, enojándose y diciéndole que se mantuviera al margen. Y la mamá, entonces, pasaba de salvadora a víctima. Y así, este patrón de comportamiento solía repetirse con frecuencia.

Entonces un día, en una sesión de coaching, analizamos la situación desde el triángulo de Karpman y le cuestioné: ¿Qué crees que pasaría si, haciendo un esfuerzo consciente, reaccionaras totalmente diferente ante tu papá? Ella estuvo de acuerdo en intentarlo y la siguiente vez que su papá se enojó ante una sugerencia suya, ella, en vez de asumir el rol de víctima, lo enfrentó de una forma respetuosa pero clara y asertiva, haciéndole ver que su actitud estaba fuera de lugar y que ella merecía el respeto de una adulta.

Ante esa reacción imprevista su papá se desubicó, no esperaba esa actitud y eso lo hizo pensar y bajar rápido de tono reconociendo ante su hija que a veces, por estrés o por costumbre, se desquitaba con quien no debía. ¿Y la mamá? Se mantuvo callada y sin intervenir, por primera vez no vio la necesidad de ser la “salvadora”.
Definitivamente reconocer los roles que asumimos en la vida nos puede ser muy útil para establecer relaciones más equitativas, mas sanas, y lograr mejores resultados.

¿Y vos, estás consciente de los roles que asumís en tus relaciones? Un proceso de coaching te puede ayudar a tomar control de tus reacciones y a mejorarlas. Hacé este sencillo test y descubrí si el coaching es para vos.

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