¿Cuántos años tenés?
La gente acostumbra hacer la pregunta ¿cuántos años tenés? Y normalmente la respuesta lógica es decir nuestra edad. Pero si lo pensamos bien, esa pregunta encierra un cuestionamiento mucho más profundo, que podría resumirse en ¿cuántos años te quedan? Si, porque en realidad lo que “tenemos” es la edad cumplida, pero los años vividos ya pasaron y no van a volver. Los años que tenemos (al menos mientras Dios nos dé vida) son los años que nos faltan por vivir, los años que nos restan.
No pretendo con esta reflexión ser fatalista, ni hacer que la gente sienta añoranza, miedo o tristeza. Todo lo contrario, quiero despertar en mi y en vos ese deseo por aprovechar estos años que “tenemos”, por entender de verdad que la vida pasa y que el momento de hacer las cosas es ahora, es hoy.
¿Y qué cosas? Se preguntarán algunos. Pues yo diría que principalmente esas cosas que constamentemente estamos posponiendo para después. Esas que tenemos en nuestros deseos, en nuestra mente pero que solo las vemos en el futuro, para cuando haya tiempo, para cuando haya salido de la U, para cuando tenga una maestría, para cuando me den el ascenso, para cuando me case, para cuando tengamos plata, para cuando nuestros hijos sean grandes, para cuando mi empresa sea próspera, para cuando me retire, o qué se yo cuántos condicionamientos más.
¿Pero quién nos dice que ese momento va a llegar? Y es que el único momento que tenemos es ahora. Ni ayer, ni mañana. Ahora, hoy. Y la vida se construye de eso, de momentos aprovechados. La felicidad se construye de eso también, de momentos invertidos en las cosas que de verdad importan.
Y si no es así, ¿cuántas personas recuerdan con emoción los muchos informes que hicieron en el trabajo? ¿O el examen de cálculo que tuvieron que hacer en la universidad? ¿O atesoran en su mente esa dieta que les impidió comer rico en las últimas reuniones con amigas? ¿Y cuántas lamentan las palabras no dichas a tiempo?, ¿o el “si me atrevo” que les hubiera abierto las puertas a miles de oportunidades?
Lo que si importa
En cambio, lo que nunca olvidamos es ese primer viaje en avión, la vez que ganamos la competencia en una fiesta en el Salón de Patines, el día que vimos a nuestro bebé dar su primer paso, el día que nos atrevimos a exponer algo que habíamos pintado o que habíamos escrito, la tarde que decidimos salir temprano del trabajo para visitar a nuestra mamá viejita y nos quedamos horas y horas hablando tonteras y riéndonos a carcajadas, el día que cosechamos los primeros tomates de la huerta que hicimos en la casa…
Por eso, no dejés que tu mente te engañe. Mientras estés vivo y tengás disposición, hay tiempo y oportunidad. Tiempo para quitarnos un poco el “debo” e incorporar un poco más el “quiero”. Tiempo, para dejar de pensar tanto en lo que me falta y disfrutar más de lo que tengo. Tiempo para darme permiso de hacer algo que no sea tan sensato, pero que me sale del corazón. Tiempo para llegar temprano a casa, aunque sea de vez en cuando, y poder comer con mis hijos a pesar del trabajo pendiente. Tiempo para estudiar algo nuevo, aunque ya yo sea “viejo”. Tiempo para conocer otras culturas y otras personas, para aprender un idioma, para explotar otras habilidades, en fin, tiempo para vivir.
Y entonces te pregunto, vos ¿cuántos años tenés?